Mesa A. La confrontación EE.UU. y China, sus consecuencias para Europa y España: ¿alianzas tecnológicas y empresariales con China?

Sesión III. Un mundo en convulsión: Latinoamérica en la encrucijada. La relación

transatlántica con EE.UU. y UK, la emergencia del poder asiático, y el futuro de África

 

Presidente de mesa

Miguel Sebastián Gascón. Economista y profesor. Ministro de Industria, Turismo y Comercio (2008/2011). Asesor Económico de GATE Center. 

Ponentes

Rodrigo Rato. Vicepresidente del Gobierno de España y ministro de Economía (1996/2004). Director gerente del FMI (2004/2007).

Petra Mateos-Aparicio. Catedrática de Economía de la Empresa. Presidenta de Hispasat (2004/2012).

Miguel Ángel Fernández-Ordoñez. Gobernador del Banco de España (2006/2012).

Cristina Manzano. Directora de ESGLOBAL.

 

 

 

PUNTOS ESENCIALES Y CONCLUSIONES

Miguel Sebastián Gascón

  • En 1960, el Centro de Gravedad económico mundial estaba en el Atlántico Norte, entre EE. UU. y Europa, pero con los años, se ha ido desplazando primero hacia EE. UU. y ahora se sitúa en el Pacífico, entre EE. UU. y China, manteniendo esta inercia hacia Asia.
  • En 10 años China se convertirá en el nuevo líder mundial. Esto va a causar un conflicto entre EE. UU.-China, que tendrá consecuencias sobre el comercio, la economía global y sobre el propio proceso de globalización.
  • Europa debe ser neutral con China y EE. UU. Eso se traduce en ser socios estratégicos. No debemos aliarnos ni con unos ni con otros.
  • La cuestión no es la elección de modelos China-EE. UU. sino qué hacer ante a un país que se está convirtiendo en potencia mundial.
  • China no nos tiene que asustar, como pretende EE. UU., y aquí está parte de la batalla cultural que estamos viviendo. No queremos que los chinos controlen nuestros datos de tik-tok, pero tampoco que lo haga Google.

 

Voy a presentar una serie de datos que permitan orientar la temática de la Mesa. Primero, el Centro de Gravedad Económico Mundial se está desplazando hacia el Pacífico. «En el think tank llamado Gate Center del que participo junto a Zapatero, Sachs y otros, hemos calculado esto de una forma sencilla: Multiplicando el peso de cada país en el PIB mundial por sus coordinadas geográficas (latitud y longitud). Así, en 1960, el Centro de Gravedad económico global estaba en el Atlántico Norte, entre EE. UU. y Europa, pero con los años, se ha ido desplazando primero hacia EE. UU. y ahora se sitúa en el Pacífico, entre EE. UU. y China», manteniendo esta inercia hacia Asia, a lo largo del Paralelo 40.

En segundo lugar, he de decir con contundencia que «China va a ser el nuevo líder mundial. ¿Cuándo? No es fácil decirlo, pero lo será pronto. Si lo medimos en paridad de compra, que siempre es más difícil de entender, ya lo es: ha adelantado a EE. UU. en PPA; si lo medimos en dólares corrientes o constantes, según datos del FMI o del Banco Mundial, China era aproximadamente en el año 2022, el 78% de la economía americana, es decir, 22 puntos por debajo de EE. UU.». Hay que aclarar que, en los cinco últimos años, incluso con la Covid, la convergencia se ha situado en 2,1 puntos anuales de media, de ahí que, en 10 años, ese gap se cerrará en 21 puntos, siendo, unos meses después, China el nuevo líder mundial. «Esto ya está causando un conflicto entre EE. UU.-China, que tendrá consecuencias sobre el comercio, la economía global y sobre el propio proceso de globalización».

En este contexto, mi opinión es que «Europa debe ser neutral en el conflicto entre China y EE. UU. Eso se traduce en ser socios estratégicos con ambos. Pero no debemos aliarnos de forma sistemática ni con unos ni con otros». No hay duda en apoyar la postura europea aliada a EE. UU. en la guerra de Ucrania, pero para Sebastián también «debemos encontrar en China una alianza en la solución de la guerra, además de ir de la mano de China en los intereses comunes que tenemos en África y en América Latina, donde China se está convirtiendo en principal inversor». «En caso de que en el  conflicto entre EE. UU. y China las empresas europeas reciban sanciones por no haberse posicionado, mi opinión es que los gobiernos e instituciones de Europa deben proteger a sus empresas de esas posibles sanciones cruzadas de EE. UU. o de China».

 

Rodrigo Rato

  • Aparte de las debilidades estructurales políticas, China tiene la debilidad de la población y el altísimo endeudamiento económico que, a simple vista, no parece fundamental, pero que a largo plazo puede explotar como la historia ha demostrado en múltiples ocasiones.
  • Una derrota rusa en Ucrania sería para China poco asimilable, por lo que se ve forzada a mantener una posición compleja.
  • Europa define su relación con China como un rival sistémico, a la par que un competidor y un socio estratégico.
  • China vaticina un cambio mundial con ellos en el centro. Son el centro del mundo y quieren serlo. Hace 20 años China era un país atractivo porque los sueldos eran baratos, ahora es el primer país en patentes y está a la cabeza del mundo compitiendo con EE. UU. en I+D y en muchos aspectos superándolo. Quienes pensaban que la existencia de un partido totalitario acabaría como en Rusia, se han equivocado.

 

La inevitabilidad de que China sea líder mundial es muy probable en volumen, pero se da la circunstancia de que el líder mundial tendría unos ciudadanos más pobres que otros países. El régimen político chino es un elemento de incertidumbre: las relaciones con el mundo empresarial y la imposición de consejeros del Estado y de políticas de intervención en las empresas Chinas puede suponer algunos inconvenientes. «China será la economía más grande probablemente -sin llevarse tanta ventaja con EE. UU., pero es discutible su liderazgo». Aparte de las debilidades estructurales chinas políticas, tiene la debilidad de la población y el altísimo endeudamiento económico, que, a simple vista no parece fundamental, pero que a largo plazo puede explotar como la historia ha demostrado en múltiples ocasiones.

Coincido con Miguel Sebastián en que la política de Trump complicó las relaciones con el país asiático, con todos los elementos colaterales que ello supuso. En cuanto a Europa, ésta «no será neutral, al menos en un tiempo razonable. La guerra de Ucrania ha puesto las cosas más difíciles entre Europa-China. Ucrania se ha convertido en un elemento clave de la seguridad europea y las relaciones Rusia-Europa se han convertido en algo que no queríamos y que innegablemente se han vuelto complejas para los europeos».

No estoy seguro de que Ucrania haya sido bueno para China. Una derrota rusa en Ucrania sería para China poco asimilable, por lo que se ve forzada a mantener una posición compleja. Por ejemplo, el trasvase de energía entre Rusia y China ha sido discreta para China, quien también ha mantenido una distancia militar respecto a Rusia.  «A corto plazo, el ganador de Ucrania es EE. UU., quien se ha mantenido como en el principal proveedor energético y armamentístico de Europa».

Los europeos han demarcado tres aspectos que definen su relación con China. Primero, es un rival sistémico: tenemos Ucrania, Taiwán y qué haríamos los europeos en Taiwán, la utilización de los datos de nuestras redes sociales, qué va a pasar en el Golfo tras el acuerdo entre Arabia Saudí e Irán, y la cuestión de los Derechos Humanos, que es un tema muy delicado; también está el tema de la OTAN, que ha invitado a Japón, Corea, Australia y Nueva Zelanda.

Además, «para la UE también somos rivales, pero competidores: ahí tenemos América Latina, África y, si vamos a un sistema dual financiero, la zona dólar, cuestión ésta importante ya que la UE siempre pensó que su moneda sería la segunda de la reserva del mundo».

La tercera, es la relación de socio estratégico: cambio climático, resolución de endeudamiento de países, donde China es el principal prestamista del mundo. «Prestar es fácil, pero no que te paguen y eso los chinos lo están aprendiendo. La teoría prestamista China es diferente de la europea. China prefiere dilatar en el tiempo, pero no condonar la deuda. Y el BM y el FMI no pueden prestar a un país que esté en una condición extrema del mantenimiento de su deuda. Los chinos parece que están revisando su posición. China es un gran inversor internacional y necesita mercados internacionales si quiere que su población sea rica.

No hay que perder de vista la posibilidad de una fragmentación de mercados que, tal y como los propios EE. UU. afirmaron, sería desastrosa. Cuáles se podrían fraccionar: principalmente la tecnológica, donde los EE. UU. quieren un desacoplamiento ligándolo a la seguridad nacional. 

«China vaticina un cambio mundial con ellos en el centro. Son el centro del mundo y quieren serlo. Hace 20 años China era un país atractivo porque los sueldos eran baratos, ahora es el primer país en patentes y está a la cabeza del mundo compitiendo con EE. UU. en I+D y en muchos aspectos superándolo. Quienes pensaban que la existencia de un partido totalitario acabaría como en Rusia, se han equivocado». Es una economía muy importante, dinámica y los responsables chinos han demostrado que saben hacer muchas cosas: es el primer productor de coches, de energía renovable, de energía del carbón, es el primer tenedor de deuda pública norteamericana y los préstamos para su ruta de la seda superan en tamaño a la economía español. China será lo que centre la política mundial durante los próximos años.

«Nuestras empresas tienen que considerar China. Es un mercado inevitable. Para nosotros, que somos líderes turísticos mundiales, está claro que queremos tener turistas chinos: exportaciones, importaciones, acuerdos tecnológicos… es un socio comercial necesario. Tiene aspectos complejos, pero tenemos que ser capaces de evitar que nuestras empresas se encuentren atrapadas en condiciones que nos perjudiquen, lo cual es más fácil que hacerlo».

Es importante recordar que «los americanos son especialistas en plantear temas, imponer reglas y después no cumplirlas. Por lo tanto, Europa debe tener un diálogo directo con China, y las reglas, como las relativas a los derechos humanos, han de ser europeas por motivos de seguridad».

 

Petra Mateos-Aparicio

  • En los últimos veinte años, la economía China se ha fortalecido significativamente, multiplicando por 12 su PIB y -con sólo un incremento del 10% de su población-, por 11 veces su renta per cápita, mejorando su posición en el Índice de Desarrollo Humano. En este periodo, el PIB de EE. UU. se multiplicó por sólo 2,3 veces y en la Unión Europea por 2,1.
  • UU. sigue siendo la mayor economía y potencia tecnológica del mundo, pero está perdiendo posiciones como líder industrial: los chinos han superado a los norteamericanos en sectores como las telecomunicaciones, energía solar, drones, maquinaria industrial y trenes de alta velocidad, entre otros. En 2022, China superó a EE. UU. como líder mundial en investigación científica y en patentes.
  • Con la implementación de sus planes estratégicos, China ha construido los cimientos para posicionarse como la primera potencia tecnológica en pocos años. El plan estratégico Made in China 2025, enfocado en desarrollar bienes intensivos en tecnología, trata de aumentar sus capacidades industriales y dejar de ser la fábrica del mundo de bajo coste.
  • La influencia del sector exterior se intensifica en 2013, con el nombramiento de Xi Jinping. Dicha política lleva desde entonces una inversión acumulada de 962.000 millones de dólares, y busca exportar el modelo chino a países en vías de desarrollo con el programa ‘Destino Compartido de la Humanidad’. China está aumentando su influencia a nivel mundial y la guerra de Ucrania les ha favorecido. Tiene ya más de 147 países vinculados y 30 organizaciones internacionales.
  • La UE necesita fomentar una competencia eficaz y segura con China y reequilibrar su influencia en la política internacional. El desacoplamiento no es una opción y una excesiva dependencia implica vulnerabilidad.

 

  1. Tendencia global.

En los últimos 20 años, la economía china se ha fortalecido significativamente, multiplicando por 12 veces su PIB y, con solo un incremento del 10% de su población, por 11 veces su renta per cápita, mejorando su posición en el Índice de Desarrollo Humano (IDH). En este periodo, el PIB de EE. UU. se multiplicó por 2,3 veces y en la Unión Europea por 2,1, con un avance de la renta per cápita de 2 y 1,98 veces respectivamente.

China ocupa ya la primera posición como exportador global, con un 14,4 %, EE. UU. la segunda, con un 8,3 % y Alemania la tercera, con un 6,6 %. En el ranking de importaciones, EE. UU. mantiene la primera posición, con un 13,2 %, China la segunda, con un 10,6 % y Alemania la tercera, con un 6,1 %. EE. UU. sigue siendo la mayor economía y potencia tecnológica del mundo, pero está perdiendo posiciones como líder industrial.

Los chinos han superado a los americanos en sectores como telecomunicaciones, energía solar, drones, maquinaria industrial y trenes de alta velocidad, entre otros. Y en 2022, China superó a EE. UU. como líder mundial en investigación científica y en patentes.

El estudio Critical Technology Tracker, del think tank Australian Strategic Policy Institute (ASPI), publicado en marzo de 2023, destaca que China está adelantando a Estados Unidos en 37 de las 44 tecnologías analizadas. El informe detalla que China tiene 7 de los 10 institutos de investigación más potentes del mundo en tecnología militar y, además, supera a EE. UU. en ocho campos de la industria energética.

Los americanos mantienen su liderazgo en computación cuántica, pero, en cuanto a inteligencia artificial (IA), las compañías chinas Tencent y Baidu tienen más patentes que compañías tan relevantes como IBM, Microsoft o Alphabet, matriz de Google.

Con la implementación de sus planes estratégicos, China ha construido los cimientos para posicionarse como la primera potencia tecnológica en pocos años. El plan estratégico Made in China 2025, enfocado en desarrollar bienes intensivos en tecnología, trata de aumentar sus capacidades industriales y dejar de ser la fábrica del mundo de bajo coste. La Estrategia de Circulación Dual 2020, pretende aumentar la demanda interna y lograr la independencia tecnológica. El desarrollo tecnológico tiene un aspecto de seguridad y defensa que preocupa a EE. UU. y también la producción de semiconductores, por la importancia en la fabricación de otros productos.

La estabilidad política les permite mirar a largo plazo y mantener sus decisiones de política exterior y en otras negociaciones. Una situación que marca la diferencia con EE. UU. y con la Unión Europea. Su influencia exterior se intensifica desde 2013, cuando Xi Jinping toma el poder. China mantiene una estrategia expansionista cuyo principal vector es la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative), con foco en las inversiones en infraestructuras y conectividad.

Dicha política, con una inversión acumulada desde 2013 de 962 mil millones de dólares, busca exportar el modelo de desarrollo chino a países en vías de desarrollo, con el programa Destino Compartido de la Humanidad que está incluido en el prólogo de la constitución china desde la reforma de 2018. Tiene ya más de 147 países vinculados y 30 Organizaciones Internacionales.

Están en el grupo la mayoría de los países latinoamericanos, Asia Central, Oriente Medio y África, al igual que algunos países de Europa del Este (Hungría y Serbia) y también Rusia. Italia tiene un tratado especial bilateral. En general, son bastante flexibles y los países interesados pueden sumarse con facilidad.

Estos dos macroproyectos a largo plazo son los ejes principales de la política internacional china y se complementan las inversiones con la difusión de ideología con gran éxito. África y algunos países latinoamericanos están siendo recolonizados por las inversiones chinas y también está creciendo la influencia de China en los organismos internacionales: ONU, OMS…

Con una doctrina universalista, está en fase de expansión y de aumentar su influencia a nivel mundial y la guerra de Ucrania les ha favorecido.

  1. La guerra comercial EE. UU.-China

Se inicia ya al final de la presidencia de Obama, se intensifica con Trump y continúa con el presidente Biden. Las medidas adoptadas por EE. UU. tienen un doble objetivo: bloquear la transferencia de tecnología con control a las exportaciones y maximizar la distancia tecnológica, incentivando la producción con ventajas fiscales y subvenciones.

El plan de infraestructuras del Presidente Biden de noviembre de 2021, implica la inversión de 555 mil millones de dólares hasta 2030 y, si añadimos otros proyectos que ya estaban decididos, se duplica.

La producción de semiconductores es uno de los puntos más conflictivos.

  1. UU. ha perdido espacio en muchos organismos internacionales. Por ejemplo, en la OMC, el Mecanismo de Resolución de Disputas, bloqueado desde 2019, porque Trump dejó de nombrar al juez americano que le correspondía y Biden no lo ha renovado. Tampoco acaban de llegar a un acuerdo para reformar la organización.

También, se alejó de la OMS y de muchas organizaciones, poniendo en dificultades algunos tratados internacionales y China avanza como potencia en expansión, tratando de ocupar más espacio en la esfera internacional.

Es el segundo mayor contribuyente al presupuesto de operaciones de paz en Naciones Unidas, organización que utiliza como foro de cooperación internacional para lograr mayor influencia a través del grupo de los 77.

  1. En las relaciones entre Reino Unido-China

El Primer Ministro británico (Rishi Sunak) en la actualización de la “Revisión Integrada”, de su política exterior y de seguridad nacional, considera China como un desafío y señala la necesidad de proteger los intereses británicos y mantener relaciones comerciales, aunque le preocupa la mayor incidencia china en la política internacional.

La terminología ha sido diseñada pensando en Estados Unidos, su aliado especial. El programa establece una Autoridad de Seguridad de Protección Nacional, que se ubicará en el MI5 y asesorará a empresas y universidades sobre los riesgos del espionaje industrial.

También duplica la financiación para desarrollar la capacitación sobre China de todo el Gobierno y mejorar las habilidades lingüísticas para interactuar con el país. Un punto importante es el acuerdo Aukus (sept 2021), pacto entre EE. UU., Reino Unido y Australia, para defender los intereses compartidos y hacer frente a China en el Indo Pacífico.

  1. Relaciones Unión Europea-China.

China es nuestro mayor socio comercial, y a la vez la mayor competencia, pero, con todas las divergencias en cuanto a su política exterior, parece evidente que la postura sobre China no sea unánime en el Parlamento Europeo.

Postura intermedia: Trata de lograr mayor autonomía estratégica, por lo que Europa necesita fomentar una competencia eficaz y segura con China, que mejore nuestra resiliencia interna (materias primas, conductores…), diversificando las cadenas de suministro y vigilando la política expansionista china y su inversión en sectores estratégicos.

Parlamentarios a favor: Critican la subordinación a EE. UU., ya que Europa necesita el mercado chino para crecer.

Los parlamentarios en contra señalan que la única opción aceptable sería que China deje de violar recurrentemente los Derechos Humanos, deje de sancionar a Diputados Europeos y ayude a lograr el fin del conflicto en Ucrania. Critican la venta del puerto de Hamburgo que se compara con el Nord Stream 2 y señalan que, con un objetivo en la UE de reducción de emisiones en 2035, dependeremos de China para nuevos modelos de coches eléctricos, mientras que las emisiones Chinas suponen la tercera parte de las emisiones globales.

El alto representante de la UE para asuntos exteriores y seguridad, Josep Borrell, señala que la UE tiene una relación marcada por cada una de las posiciones europeas representadas en el Parlamento y “se trata de equilibrio y reciprocidad con un orden libre y multipolar basado en reglas y ampliando relaciones”.

 

Miguel Ángel Fernández-Ordóñez

  • El problema puede dar lugar a consecuencias graves y duraderas, peores que las actuales, al iniciarse un fenómeno de ‘desglobalizar’.
  • Esta ruptura de la globalización comienza cuando Trump decide salirse de muchos tratados internacionales e introduce aranceles. Lo que ha hecho Biden es peor: ha mantenido todos los aranceles y ha empezado a introducir controles de exportación, condicionando las ayudas a la producción nacional.
  • La globalización ha posibilitado todo el crecimiento económico, aunque no ha hecho frente a las desigualdades ni al cambio climático. El problema no es la globalización, sino la ausencia de políticas para resolver estos problemas. La desglobalización, la fragmentación, no es la solución a estos problemas.
  • No cabe duda a los europeos de que somos afines a EEUU desde el punto de vista político. lo cual hace difícil nuestra posición en su confrontación con China. Tenemos que defender la democracia y al mismo tiempo regresar a lo multilateral. No debemos dejar que EE. UU. se equivoque en esto.

 

Desde el punto de vista económico, la trascendencia de esta confrontación es muy importante. «El problema es que puede dar lugar a consecuencias graves y duraderas, peores que las actuales. ¿Por qué? Porque lo que se inicia es un fenómeno de ‘desglobalizar’». La globalización se inició tras la II Guerra Mundial, con la creación del GATT fundamentalmente, obligándonos a reunirnos y reducir obstáculos para que los ciudadanos de todos los países del mundo elijan qué quieren comprar y que el mercado funcione. Con esta confrontación se puede romper la estabilidad que la democracia aporta a la globalización.

Esta ruptura de la globalización comenzó cuando Trump decide salirse de muchos tratados internacionales e introduce aranceles. Lo que ha hecho Biden es peor: ha mantenido todos los aranceles y ha empezado a introducir controles de exportación, condicionando las ayudas a la producción nacional.

Los efectos no van a ser a corto plazo. La globalización ha posibilitado el crecimiento económico de las últimas décadas, aunque no hizo frente a las desigualdades ni al cambio climático. «El problema no es la globalización, sino las políticas que deben acompañarla para conseguir objetivos que no consigue el mercado. Pero la desglobalización, la fragmentación, no es la solución».

El tema es complicado para los europeos, ya que EE. UU durante muchos años ha defendido todo esto en las mesas de diálogo multilaterales. Ahora EE. UU. ha desarrollado una postura unilateral al margen de las mesas multilaterales. Las, sanciones unilaterales tienen consecuencias desastrosas y dañan incluso al propio EEUU. Cuando uno sanciona piensa que el otro se va a quedar quieto y eso no es verdad. El otro reacciona y entramos en una espiral que en los años 30 llevó a una guerra mundial. En la actualidad, el patriotismo estadounidense se mide por ser anti chino. Eso es una desgracia.

No nos cabe duda a los europeos de que nuestro país afín desde el punto de vista político es EE. UU., lo cual plantea otra dificultad en la relación con China: tenemos que defender la democracia regresando al mismo tiempo a lo multilateral. No debemos dejar que EE. UU. se equivoque con esto.

 

Cristina Manzano

  • Hay toda una retórica antiglobalización, pero no hay datos suficientes para ver cómo esa pretendida desglobalización se está manifestando.
  • China está llevando el peso del poder económico, demográfico, político, pero también reconfigurando el orden mundial, y China está haciendo avanzar esa otra visión del mundo. Lo que China cree es que está recuperando el lugar que le corresponde en el orden global.
  • Con Xi Jinping el cambio del tono es radical: es más asertivo, que no agresivo, apostando por una mayor visibilidad en el mundo y multilateralidad. En todos los foros van a defender las instituciones multilaterales, aunque a veces interpretándolas a su manera.
  • Debemos buscar otras alianzas. España y la UE han dejado de lado a América Latina desde hace tiempo por un espacio que ha ido ocupando China.

 

La perspectiva de la mirada China, para mí, es una perspectiva China que no coincide con la opinión de Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Hay mucha retórica en torno a la definición de la globalización, pero las cifras al final demuestran que no se está fragmentando.

«En 2022, en pleno rebufo de la crisis de la pandemia, el comercio global ha sido más grande que en la historia: 32 billones de dólares en intercambios; ha subido tanto el volumen de las mercancías como el valor de dichos intercambios. Hay toda una retórica antiglobalización, pero no hay datos suficientes para ver cómo esa pretendida desglobalización se está manifestando».

Se está reconfigurando el orden mundial liberal basado en las instituciones que nacen tras la II Guerra Mundial, diseñado e impulsado por el poder de EE. UU. «China está llevando el peso del poder económico, demográfico, político, pero también reconfigurando el orden mundial, y China está haciendo avanzar esa otra visión del mundo. Lo que China cree es que está recuperando el lugar que le corresponde en el orden global y que los últimos 200 años han sido un paréntesis».

Este es un proceso a largo plazo, hay quien ve aquí uno de los beneficios del régimen chino: la capacidad de crear estrategia y aplicarla a largo plazo, algo de lo que carecen los regímenes democráticos que sitúan este foco en los próximo 4 años por cuestiones electorales, y que los chinos no tienen porque saben que pueden desarrollar políticas de largo recorrido.

Con Xi Jinping el cambio del tono es radical: es más asertivo, que no agresivo, apostando por una mayor visibilidad en el mundo y multilateralidad. En todos los foros van a defender las instituciones multilaterales, aunque a veces interpretándolas a su manera. También es cierto que parte de este proceso tiene que ver con la frustración de no haber estado presente en las instituciones internacionales. Lo que se traduce en la búsqueda de orden mundial alternativo y un sinfín de iniciativas que llevan tiempo creándose, como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, que ya tiene más fondos que el Banco Mundial y sirve mayoritariamente para financiar esa nueva Ruta de la Seda (terrestre, marítima y digital, con más de 150 países adheridos), el banco de los BRICS -que da visibilidad a potencias emergentes que antes tampoco eran visibles-, la Organización para la Cooperación de Shanghái -con el que China refuerza su seguridad regional-, el área de libre comercio regional firmada recientemente y que incluye a China representa a 2.500 millones personas, un tercio del PIB global, entre otras iniciativas que todavía desconocemos en qué se van a traducir. China quiere un nuevo orden mundial basado en el multilateralismo, pero a su manera y que todavía no sabemos manejar.

Europa tiene que definir su posición ante todo esto. Nuestro aliado ha sido y es EE. UU., dependencia incrementada con la guerra de Ucrania. Vimos las consecuencias de una excesiva dependencia energética de Rusia, pero también vemos una dependencia estratégica con China en tierras raras, en minerales críticos para nuestro desarrollo, y ahí es donde tenemos que aprender a manejar las vulnerabilidades. Debemos buscar otras alianzas. En este sentido, España y la UE han dejado de lado a América Latina desde hace tiempo por un espacio que ha ido ocupando China. La relación que la UE va a tener que emprender con América Latina se va a tener que basar en mayor igualdad y en algo más que no sea sólo como proveedor de materias primas. Los europeos no queremos que nos digan qué partido tomar, pero no hemos aprendido a definir nuestra posición.

 

 

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BULLET POINTS

  • Revisión y replanteamiento de las sanciones financieras de los Estados Unidos y Unión Europea hacia China y de las sanciones tecnológicas de China hacia los Estados Unidos y Unión Europea.
  • ¿Cómo escapar de un mundo de sanciones cruzadas?
  • ¿Qué alianzas empresariales deben favorecerse con China y cómo?
  • La potenciación militar de China y su participación en la seguridad mundial junto a los Estados Unidos, ¿oportunidad o amenaza?
  • El papel mediador de Europa en la confrontación Estados Unidos/China frente al alineamiento con Estados Unidos contra China.
  • ¿Cómo evitar una nueva Ucrania en Taiwán?
  • Nuevos mecanismos bilaterales de alianza y gestión común.
  • Favorecimiento de los intercambios accionariales corporativos entre grandes empresas de los dos países.
  • Las nuevas plataformas de pagos internacionales y de comercio promovidas por China.
  • Nueva política de relaciones con Japón, Taiwán y Australia.
  • España como hub de interconexión marítima de China en el Mediterráneo.
  • Alianzas estratégicas en el ámbito de la industria aeroespacial, la sanidad, y la educación.
  • El papel de la sociedad civil y la cultura en las posibles soluciones.
  • ¿Dónde queda Reino Unido en todo esto?

 

Sociedad Civil Ahora

La Asociación Sociedad Civil Ahora es una entidad constituida en 2018, que integra a un amplio conjunto de organizaciones e instituciones de reflexión, pensamiento y acción de la sociedad civil en torno a un proyecto común de mejora y renovación de España. Su misión es la de colaborar de manera leal, comprometida y responsable con los poderes públicos, las principales fuerzas políticas y el conjunto de la ciudadanía en el análisis, valoración y propuesta sobre cuestiones que afectan al bien común y al interés general de España.